Hay dos tipos de festivales en los que da gusto participar. El primer tipo son los festivales que se posicionan políticamente de una manera fuerte. Un buen ejemplo es el festival de Toulouse, el XXYZ festival. En su web se encuentra un manifiesto de su política radical, do it yourself y anticapitalista. En XXYZ, por ser autogestionado y anticapitalista, no hay entradas y por lo tanto no hay honorarios por tus videos. Es un lujo y un honor participar en festivales como éste y ayudar a que sean posibles este tipo de iniciativas.
Ejemplo del segundo tipo de festival sería Sónar. Cuando seleccionan un trabajo tuyo para su festival, dejan clarísimo desde un primer momento cuales van a ser tus honorarios, cual va a ser la duración de la pieza, cuales van a ser las condiciones, y son las mismas para todos. Se trata de un festival en el que se cobra entrada, y cara, así que tu sueldo tiene que estar acorde con el beneficio que ellos van a obtener dentro de una lógica. Sí, Sonar es un festival al que se le podrán criticar muchas cosas, pero desde luego son claros. Lo tomas o lo dejas, es tu elección, y si aceptas, sabes a lo que vas. Al finalizar tu actuación te pasan tu cheque, y punto.
Estos son los dos tipos de festivales con los que me gusta trabajar porque son claros, con ellos no hay sorpresas, lo que te presentan es lo que hay. Porque entre estos dos tipos hay una multitud de festivales que no se posicionan de una manera concreta y que juegan con las ventajas de estos dos tipos aquí descritos.
Por ejemplo el festival al que nos han invitado en Bruselas este fin de semana. Pink Screens. Una vez más, sientes que te han tomado el pelo. Esta tercera categoría de festival englobaría a todos aquellos festivales que NO se posicionan. Suelen enviarte un mail diciéndote cuánto les gustan tus videos, qué bonito va a ser el festival que están organizando y cuánto les gustaria que estuvieses en él. Y yo como tonta, caigo. Nos llegan multitud de solicitudes de este tipo. Entre las que ignoras, las que respondes y las que te pillan en un día de debilidad, siempre acabamos cayendo en alguna. Como ahora con esta mierda de Pink Screens Bruselas.
Acabamos de llegar a Bruselas, y yo ya tengo ganas de tirarme al Rhin.
Cobran una entrada de 5 euros por película, cuando a nosotras se nos vendieron como festival alternativo. Ahora resulta que pagan 100 euros por corto, y cuando a nosotras nos pidieron los videos NO comentaron nada. Y si cuela, cuela. Así les sale de gratis. Cierto es que nos van a pagar los billetes de avión para venir aquí, pero porque se lo pedimos, vaya. Y con el número de videos que van a proyectar nuestros, 7, a 100 euros por video, pues les ha salido muy bien.
Son festivales que se venden como alternativos, que intentan sacar provecho de la cultura de la autogestión, para cobrarla luego en cada entrada. No se posicionan políticamnete mas que con ambigüedades y hacen sus curriculums de “comisarios” a costa del trabajo de pardillas como nosotras. Pues para qué respondes y para qué vas, me dirás. Pues sí. Pero es que entre toda esa paja que llega a nuestro inbox hay cosas buenas e interesantes que valen la pena. Supongo que lo primero que habría que preguntar es si van a cobrar entrada, con que fondos parten y a qué van destinados los beneficios puedan ingresar.
El disfraz que adoptan estos pseudo festivales políticos es el de la lucha queer. El de la lucha por desmontar las categorías de género y deconstruir las sexualidades que nos impone un sistema heteronormalizador. La lucha queer surgió de la necesidad de unir la lucha por una sexualidad no normativizada con la lucha anticapitalista. Y les resulta muy cómodo adoptar esta postura para pedirte que ya que los tienes on line, te acerques a correos y pages de tu bolsillo un envío urgente que lleva dentro el dvd con tus videos y tu alma. La de tiempo que paso en la cola de correos de la calle Mistral de Barcelona. Ilusa.
Cuando tenía furgoneta en Barcelona lo pasé muy mal hasta que cree mis propias reglas. Cada semana recibía 4 o 5 llamadas de todo tipo de personas, conocidos y desconocidos, pidiéndome la furgoneta. No podía aceptarlas todas, como no podía negarme en rotundo a todo. Lo solucioné dejando muy clara mi postura, sólo dejaba la furgoneta para proyectos políticos de autogestión, lucha política radical y lucha vecinal antisistema. Con este sistema tenía un día o dos a la semana en que lo dedicaba a conducir mi furgoneta para proyectos. Era fascinante ver cómo había personas que se mostraban molestas porque no ibas a hacerle el traslado a la novia de su amigo a la que ni siquiera conoces a las 6 de la mañana del día siguiente. Supongo que con esta masiva afluencia de festivaleros en nuestro mail habrá que hacer algo similar. Posicionarnos muy claramente.
Lo que más rabia me da de todo ésto es que nos apetece ahora producir material, grabar y editar, y dejarnos de tanto festival y tanto show, y parece que se nos va el tiempo en contestar mails, enviar dvds y hacer el pardillo por Europa.