El próximo 15 de octubre tendremos el gusto y el placer de hacer una presentación de girlswholikeporno en el symposium organizado por Tim Stüttgen en colaboración con el PornFilmfestivalBerlin. Compartimos honores con Matteo Pasquinelli, de nuevo, después de la Netporn Conference en Amsterdam el pasado año.
Tim está preparando una web con toda la información del symposium: postpornpolitics.
Esta última semana he tenido la ocasión de ver dos películas clásicas en la construcción de los estereotipos hombre-mujer actuales: el Zorro, con Catherine Z. Jones y Piratas del Caribe, con Keira Knightley. Es lo que tiene viajar y pasar tiempo en los barcos, que acabas en el cine a bordo ante joyas que no se olvidan fácilmente.
En ambas el personaje femenino es el objeto a salvar por el macho, ellas se encargan tan sólo de ser bellas y… de pelearse un poco con la espada. Eso sí, previa justificación ante el sorprendido contrincante, la niña ha recibido clases de espada desde su infancia. Ja!
Bienvenidos al nuevo estereotipo de mujer, mucho más letal que el anterior. Porque nada ha cambiado, el papel es el mismo de siempre, pero ahora ella toma clases. Me enfada. Mucho. Porque vende una mentira a las niñas que van al cine a ver la película. No basta con tomar dos clases por semana desde los 5 años para ser bueno en algo. Además hay que practicar. Y los ridículos personajes de estas películas no tienen la ocasión de hacerlo, porque son los chicos los que luchan cada día, los que practican cada día.
Pondré un ejemplo arriesgado. En mi adolescencia tuve la suerte de tomar clases de windsurf, tras lo cual busqué compañeros con los que practicar tan lujoso deporte. Ay de mí! Todo chicos, que veían en mí a una chica con quién ligar y punto. Las chicas con las que me encontré veían a una competidora, en el agua y en la arena. Sóla te aburres, es complicado y no mejoras. Así que como mujer no se me privaba del acceso al conocimiento pero sí de la posibilidad de ponerlo en práctica. Y sucedió con más deportes.
Por eso me enfadan estas películas, porque la mentira que venden simplemente les lava la cara: «Oh, no, no es una película sexista, mira, ella lucha igual que él!» y no cambian nada, no plantean nada y sirven para mantener los viejos estereotipos. Menos mal que existe KillBill.