Archive for marzo 18th, 2007

The Pleasure Zone

domingo, marzo 18th, 2007

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The 21st London Lesbian & Gay Film Festival organizado por el British Film Institute proyectará Suspenders de Girlswholikeporno los próximos 23 y 31 de Marzo dentro de la sección The Pleasure Zone.

Tired of soft-focus lesbian kisses? Shaved gym queens in slick porno? Welcome to The Pleasure Zone! An eclectic mix of the quirky, kinky and downright ridiculous, these are the most innovative sex films we’ve screened this year.

Todo un honor y finalmente fuera de las categorías que rechazamos. Nos ponen en una sección ecléctica como la vida misma, quirky, kinky and downright ridicolous, o sea en una sección rarita como nosotras pero en nombre del placer sin género, no está mal.

Si algún conocedor de la lengua viva anglosajona se anima a explicar la evolución en el uso de las palabras queer y kinky, si la ha habido en la calle o si queer se sigue utilizando como maricón y punto, me resolvería un gran misterio.

Londres allá vamos! Bueno nosotras no, nuestro dvd.

La felicidad

domingo, marzo 18th, 2007

Hay una imagen que se repite en el cine y que creo que representa la felicidad. Ahora mismo creo haberla visto en Finales de Agosto, principios de septiembre y en Amelie. La imagen consiste en un chico y una chica que van en moto y se rien y el viento les da en la cara, y la chica se aprieta contra el chico, que es el que conduce la moto siempre, claro. La escena suele llegar hacia el final de la película y muestra lo felices que han llegado a ser los personajes. No me hace falta buscar quien es el director de estas películas para saber que es un hombre. Qué felicidad, tener a una chica mona cogida a tu cintura, apretadita contra ti mientras tú la llevas a donde a ti te da la gana, a la velocidad a la que a ti te da la gana, sabiendo que cuando te canses la dejarás y te irás tú solito con tu moto.

Para mí esa imagen, la escena de la moto y la parejita y las risas y el viento en la cara, representa la desgracia de ser mujer. Es incomodísimo ir en moto de paquete, estoy segura de que conducirla tiene que ser mucho más entretenido. Y aburridísmo. Yo tengo unos recuerdos horribles de cuando era más pequeña y todavía venían chicos a por mi en moto. Una vez el individuo en cuestión quiso llevarme en moto a una fiesta aunque estábamos a 50 metros de distancia y en el camino sobre la moto perdí una lentilla. Otra vez otro individuo apareción con una camiseta de Harley Davidson y con la susodicha moto a conjunto. Y traía otra camiseta para mi. Y pretendía que me la pusiera. Hombres que querían que yo fuera un accesorio más de su set y que su único interés en mí era porque yo hacía conjunto con el set y además luego estaba interesada en follar.

Pero para que veais que hoy no estoy negativa voy a intentar pensar en cual es la imagen que representa la felicidad para mi. Y no tengo que pensar mucho: mi bicicleta. Cuando tenía 15 años mi abuela me compró una bicicleta y entonces empecé a ser feliz. Podía irme con ella a donde yo quisiera y no hacía ruido ni necesitaba gasolina. Sí, también tuve una moto pequeña que no me gustó nada y de todas formas se rompió en seguida. Pero mi bici no tenía problemas técnicos que yo no puediera solucionar. Me encantaba subirme a las montañas que había cerca de Castellón con ella y llegar sudada y agotada a la cumbre y ver la vista del mar y respirar el aire fresco y escuchar el silencio y notar mi cuerpo lleno de fuerza, los músculos latiendo, los pulmones inmensos.

Yo solía decir que subir un puerto de montaña era como un orgasmo. Yo no sé si sabía muy bien qué era un orgasmo por aquel entonces, pero me lo imaginaba. Y así lo sentía, empezabas subiendo el ritmo de la respiración, poco a poco y una vez estabas allí, no había marcha atrás, y cuando más subías, más gusto y no podías parar y cuando te acerabas a la cumbre más que respirar, gritabas, como gritan los tenistas cuando le dan a la bola con su raqueta y es tan sexy.

La casa arriba de la montanya

domingo, marzo 18th, 2007

Una vez me fui a ver a un amante al que no veía desde hacía tiempo. Vivía en una casa arriba de una montaña. Subí y subí y me encontré de camino a colegas con los que vivía y me dijeron que estaba enfermo, que se alegraría de recibir visita.

Tardó mucho en abrirme, pero como me había encontrado a sus colegas, insistí e insistí. Cuando por fin me abrió su aspecto era lamentable. A penas podía abrir los ojos. A penas podía caminar. Tenía sólo una gripe, pero había tomado tantos medicamentos combinados con porros que no sabía ni donde estaba. La habitación era un caos. Era como si hubieran tirado diez ceniceros llenos de colillas por el suelo y hubieran roto a continuación varias botellas y los cristales se hubieran esparcido por toda la habitación. Olía a meado de perro. Y a caca de perro. Me metí en la cama con él porque no había ningún otro sitio donde sentarme. «Eres como una alucinación», me dijo. Hacia mucho tiempo que no nos veíamos. Hacía mucho tiempo que no follábamos.

Él había sido siempre muy directo y nuestra relación se había basado en el sexo, así que sin preliminares, pasó al ataque. Yo intenté pararle, quería hablar con él, tal vez prepararle un té caliente. Pero él insistía en quitarme la ropa, no me escuchaba. Me empecé a dar cuenta de que estaba muy ciego y que era imposible razonar con él. Intenté salir de la cama, pero no me dejó. Era muy fuerte, era más fuerte que yo. Empecé a forcejear pero hubo un momento en el que ya no tenía más fuerzas, entonces entré en pánico. Pensé en gritar, pero no había nadie en la casa, así que no tenía sentido.

No sé como lo conseguí, pero le paré. Y cuando ya había conseguido calmarle, cuando ya sentía que volvía a tener el control de la situación, sentí el deseo subir por mi cuerpo como un rayo. Entonces me puse encima de él y le follé hasta que me corrí. Me aparte a un lado, él no se había corrido. Él quería seguir pero le dije que no quería follar más, que ya me había corrido. Cuando me corro no me gusta seguir follando. Me miró y creo que pensó en estrangularme.